Y no queda duda de que Arizona Baby han logrado que ese juego se expanda y alcance límites insospechados. Porque a pesar del minimalismo que pudiera aventurar una propuesta materializada exclusivamente con dos guitarras acústicas y una batería, su música tiene a la vez un componente complejo en puja igualitaria con la expresión de la sencillez.
Música que nace de las arenas del desierto y que lucha por beber el agua acumulada en la raíz del cactus que incólume aguanta al sol, música que se alimenta de épicos paisajes y jalona historias de nostalgia y perdedores. Nostalgia y pasajes umbríos (a pesar del sol) que en The ballad of Golden Valley atinan a llegar al alma. Porque el calor extremo ayuda a una descomposición de la psique que te hace aventurar por caminos extraños.
Tras su autoeditado Songs to sing alone (2005) y el Second to none (2009) de la mano de Subterfuge, los vallisoletanos nos presentan ahora el mini-LP The truth, the whole truth and nothing but the truth, disco que optaría a la categoría de entretiempo hasta su próximo paso grande, si no fuera porque es excelente. Sus meses de gira sin fin junto a Los Coronas primero y luego con el ente fusionado Corizonas no ha hecho más que apuntalar la autoconfianza en el camino elegido. Y The truth… no ofrece sendas más fáciles.
Viene a ser un reverso acústico del stoner-rock que avanza por desiertos sureños, un trasunto psicodélico de las melodías desnudas de Calexico, un saber avanzar en las curvas que el country estableció al maridar con el rock, y éste con el folk, e incluso la hipnosis triste que el espíritu alemán insufló en el rock y el pop (esa versión de The Model demuestra, por mucho que ellos la consideren casi una broma interna, que Kraftwerk eran/son por encima de todo grandes hacedores de canciones). Y todo ello impregnado de esencia melódica. Porque no otra cosa tienen canciones como When the sun never sets, The end of the line o If I could, junto al soterrado rock primitivo de Rock’n’Roll Messiah. Con un Rubén Marrón capaz de embellecer cada acorde tocado con su guitarra, dando el contrapunto perfecto a Vielba.
Y el hecho de que una música que no es fácil, que no entra a la primera, que no sean canciones de usar y tirar, alcance públicos no sudados en tan tórridas sensaciones es algo a aplaudir.
La vida en el desierto tal vez sea mínima. Pero cuando sobrevive, es salvaje.
Un saludo, gente, y gracias por reseñar la reseña!!! ;)
ResponderEliminar