Desde que empieza el espectáculo una extraña sensación se apodera de ti,

Survive fue el tema con el que abrieron el espectáculo, y una de las poquitas canciones elegidas de entre su primer trabajo (Songs To Sing Along) para el show. Ni que decir tiene que estos temas cobraron más vida de cara al público que en el disco, gracias a que se contagian de toda la rabia y la consistencia que el trio desprende, lo que les confiere, sin duda, otro carácter mucho más maduro en contraste con una grabación que siempre se me antojó débil en cuanto a punch se refiere. Así pues, canciones de este primer trabajo lograron desatar la revolución en la platea como la divertidísima y pegadiza Everything, que sirvió de fantástico preámbulo a Shiralee, el himno más coreado de la noche y el más esperado a juzgar por la reacción del público. Una canción que representó toda una declaración de intenciones: ¡Aquí estamos, hemos llegado y no nos pensamos largar hasta la última gota de sudor! Demostrando que son todo actitud, y que mueren por sus temas, The Truth, Sandman, Sunday... todos fueron interpretados y defendidos con furia, y eso se traslada a la música, al sonido y al público. Logrando conformar un gran espectáculo.
Para terminar, permítanme que cierre hablando de Runaway, una melodía fugaz e intensa, algo oscura incluso, pero que creo puede servir para explicar la esencia de la banda a las mil maravillas: dos grandísimas guitarras. Una desliza trepidantes punteos. Otra, hace las veces de soporte rítmico perfecto sobre el que contruir una voz ora desgarradora ora melodiosa. Completado todo ello por una base rítmica tan sencilla como efectiva.
Lo que te llevas a casa después de ver a este trio, ( a parte de melodías que se te quedan grabadas a fuego, como la impagable I Want To Break Free de Queen) es la idea de que llegarán lejos por su apuesta sincera por el Rock & Roll. Y es que Arizona Baby son, por encima de todas las etiquetas que le quieran poner, es puro Rock & Roll.
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