La banda ofreció una actuación semi-acústica al abrigo de una sala abarrotada y ganada de antemano a sabiendas de fiabilidad del directo programado, dotado de probada precisión e incuestionable consistencia. El trío maneja con convicción y soltura esa mixtura equilibrada entre folk anglosajón de aire clásico y rock arenoso y fronterizo de marcado sabor americano. Una propuesta no demasiado habitual dentro de la actual escena patria, retratada sobre las tablas con credibilidad gracias a las habilidades interpretativas de sus artífices, convertidos en cuarteto durante buena parte de la actuación con la aportación de Álex Izquierdo como tercer guitarrista y teclista. Y es precisamente atendiendo a esa irrefutable capacidad del combo cuando más confunde y despista el empeño del vocalista Javier Vielba en llevar la actuación hacia la indiscriminada celebración masiva y el aplauso fácil, metido de lleno en su papel de reverendo del rock. Una actitud traducida en adornos poco favorecedores, verborrea verbal y pausas irritantes que desvían la atención del auténtico motivo de la banda: una interpretación cuyo motivo debe encontrase en lo espectacular de sus propias virtudes ejecutivas.
El repertorio no escatimó en versiones, todas ellas llevadas con inteligencia al terreno propio, pero repartidas entre las solemnes (“My Name Is Drake” de los portugueses A Jigsaw o el clásico de America “Sandman”) y las convertidas innecesariamente en karaoke popular, como sucedió con “The End” de The Doors y sobre todo “The Model” de Kraftwerk. Junto a ellas, composiciones recientes como “Misty Morning Sun”, “If I Could”, “Where The Sun Never Sets” o “Rock’n Roll Messiah” y celebradas recuperaciones como “The Truth”, “Ouch!” o “Dirge”.
Tras una excesiva pausa de más de diez minutos, los extensos bises incluyeron una “Shiralee” regodeada en su propio éxito, “The Truth Is On The Radio”, el homenaje a Kurt Cobain con “About A Girl” de Nirvana o la definitiva (y siempre funcional) revisión del “Lucille” de Little Richard completando el jolgorio.
Con el presente enfoque, Arizona Baby se pasean temerarios por un arma de doble filo que, si bien puede proporcionarles la aceptación definitiva y vistosa, a cambio desvía la mirada del que siempre ha sido su principal valedor, disimulando la autenticidad de las canciones durante su presentación en directo.
(Raúl Julián, www.mondosonoro.com)
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