martes, 30 de agosto de 2011
Arizona Baby en el Festival Urbano
lunes, 22 de agosto de 2011
viernes, 19 de agosto de 2011
¿Queréis otra?, ¡¡¡Tenéis otra!!!
Este es un cuento antiguo, primigenio quizá, básico y de primer grado, sin dificultades. Un cuento donde aparecen tres vallisoletanos despojados de ciertas malas raíces y en el que surge en cada uno de ellos una piel pura, sureña y del oeste, mucho más allá del primer mar; un cuento de piel rojas exigiendo con las manos en alto el sacrificio de este trío, que debe decirse: viajan por la península montados en dos bellas yeguas de seis cuerdas y un carromato que tras cada vuelta evoca percusiones y címbalos. Este es un cuento de un trío nacido en cuerpos ibéricos pero con almas de cowboy, un breve relato que acaba de comenzar.
Nocturama 2011. Noche de miércoles en el que de nuevo puede apreciarse una buena afluencia de público; la gente de LaSuite está realizando un buen trabajo, en gran medida por el gran cartel que han conseguido confirmar para el mes más soleado de Sevilla, notable cuando deciden cobrar la recompensa por entregar a los pieles rojas (literalmente en el público habían más de uno, cosas de la playa) el espectáculo que después de tan solo dos discos ‘Songs to sing along’ (autoeditado 2005) y Second to None (Subterfuge, 2009), han logrado a llevar a puntos altísimos estos tres forajidos.
Arizona Baby vienen de Valladolid, pero como indica desde un principio este cuento, su alma estuvo siempre en otro sitio, quizá también en otro siglo, cuando cruzar el desierto en el oeste americano, para ser parte de la fiebre del oro, era el día a día; quienes apreciamos el directo, de poco más de una hora de duración, nos fue muy sencillo imaginarnos entre esas correrías, ya que todo en ellos, principalmente esas almas americanas, les poseen de tal manera que todo en su música tiene esa nostalgia por las praderas y sus desaparecidos búfalos, las cantinas con su fauna de croupiers, damas de buen y amplio criterio, de camareros enfrascados en peleas con el borracho del turno.
Después de estar girando por el país en conjunto con la banda madrileña “Los Coronas”, hacen una parada en el camino en Sevilla para entregar temas de sus dos discos (más una inusual versión de Kraftwerk). Nada más subir al escenario, Javier Vielba (voz y guitarra) levanta la mano en alto y dice en alto a los pieles rojas ‘Somos Arizona Baby. Señor, enséñanos la verdad’, la verdad son ellos y sus contagiosos temas que saltan entre el country y el folk. Este relato habla también de una luna, de una noche sevillana y de la antesala a los días de calor que llegaron los siguientes días, seguramente conjurados por estas almas de desierto californiano.
No hay campaña en las praderas sin oficiales y guías, por ello en algún momento de la historia, nos hemos dejado orientar por los dedos ágiles como el viento del Sr. Marrón (Rubén Marrón, guitarra) sorteando acantilados con riffs precisos y afilados; custodiando la comitiva plantamos cada paso con firmeza aleccionados por Hermo, diestro conjurador de espíritus y sus voces. Con tal compañía no dudamos en adentrarnos en los caminos nunca antes recorridos del oeste en Sevilla, decidimos ser cómplices y vivir la aventura.
Este relato cuenta a través de sus personajes sus propios orígenes “Esta es una balada desde el Valle del Oro, que es de donde venimos nosotros” quizá a mediados del viaje tuvimos que pararnos a descansar, la travesía había sido ya larga y las fuerzas amedrentaban el valor, por ello escucharles algunos minutos cantar baladas country fueron el mejor bálsamo para un camino que aún estaba por llegar a sus puntos más altos.
“Ahora que estamos entrando en calor tenemos que tocar la última” dice Javier de manera premonitoria, se vuelven a colgar los instrumentos y dan metralla al personal suena “Bang! Bang!” y se convierte en tortura no mover los pies al ritmo del Sr. Hermo, de no seguir el vuelo del Sr. Marrón, de no querer terminar el viaje.
“Vosotros mandáis, ¿queréis otra?, ¡tenéis otra!”. Este relato termina con una oda, un canto festivo a Shiralee “You said “don’t wanna be with you”, but I don’t care / You think you can, but you can’t run away / You better watch your back: / Alli estaré”.
Moraleja: Lo que necesitamos es ser parte de un nuevo rito, de dejarnos llevar con sus canciones, de descubrir de nuevo y por primera vez que esas almas sureñas estarán en el mundo de manera indefinida. Es un placer ser contemporáneo de este trío salido de otro siglo, para ser por un momento un poco indios o cowboys, sin disparos innecesarios y solamente con la música como guía e interprete de ambos.
jueves, 18 de agosto de 2011
Manos, cuerda, cuero y una buena garganta cantando...
Siempre he pensado que cuando un grupo de música necesita añadir componentes extra a su directo (una tercera guitarra, una segunda batería, un teclista adicional) suele ser que algo no funciona entre sus miembros. Entonces ocurre que llego al escenario del Nocturama y me encuentro sólo dos micrófonos, un taburete redondo y, al otro lado, una insólita percusión formada por una caja (de las de batería), un par de timbales, un pedal con campanitas y otra caja (esta vez flamenca) y me doy cuenta de que puede ser un buen momento para comprobar mi teoría. Llegan ellos, tres tipos raros de barbas espesas, pelos hasta mitad de la espalda, camisas de cuadros rojos y negros y sus botas terminadas en punta, empiezo a dudar si es verdad eso que dicen que vienen de Valladolid o si antes de hacer música eran algo a mitad camioneros o leñadores o filósofos de la vida de entre algún punto entre Virginia y Arkansas.
Pero no. Lo que son es músicos, y sí, son de Valladolid, pero eso es lo que menos importa. Lo importante es la música, y vaya si saben tocar. Después de un frugal saludo atacan sus instrumentos y empiezo a vislumbrar que éste no va a ser un concierto normal. Me parece de verdad increíble que con tan poco elemento (dos guitarras acústicas, una de ellas con cantante y la percusión antes citada) se pueda hacer tanta música. Se necesita ser muy bueno para que con sólo seis manos y una austeridad casi rancia de a lo más-básico-no-se-puede la música surja a borbotones. Para que la caja, flamenca, suene a platos, para que las guitarras hagan olvidar al bajo, para que unos timbales cubanos queden bien entre sabor a desierto, a carreras por las praderas, a hamacas en porches de ranchos en Texas y a viajes en Harley o en trailer por carreteras de polvo y arena. Ritmos de entre country y folk que por algún sitio tienen regusto a indy y que hacen recordar por momentos que los géneros en realidad no existen y que todo lo que es música es música. Y, entre tanta modernidad electrónica que parece estar en todas partes, aquí nos lo encontramos unplugged, sin enchufes, acústos, sin electricidad ni efectos. Sólo manos, cuerda y cuero, y una buena garganta cantando.
Poco a poco van apareciendo los temas de sus dos álbumes, quizá más del del último que del primero. Canciones de corte muy country como The Truth, baladas de rock americano
como Runaway, rumbas fronterizas (A Tale of the West) y otras que van de la tranquilidad a lo salvaje, van desfilando por un escenario en el que a pesar del calor la intensidad no decae. La sorpresa de la noche llega cuando versionan a Kraftwerk, sí, los abuelos del kraut electrónico, y lo hacen con rigurisad acústica, sin bajarse de los mismos elementos con los que hacen todo el concierto pero con una calidad que impresiona. Por desgracia parte del público parecía desconectado y más atento a cervezas y conversaciones estivas, pero la magia del grupo acaba por subirles al carro y ya en la zona de bises se puede decir que nos obligan, a base de carisma y buen rollo, a corear el Shiralee, su canción de más éxito, y a aplaudir sin compasión y terminar piendo otra.
Porque este trío tan sencillo (en apariencia) tienen una capacidad instrumental, un arte, una contundencia y una fuerte personalidad que hace que sus conciertos, tan simples, sean toda una experiencia.
miércoles, 10 de agosto de 2011
100.000 visitas de Shiralee
lunes, 8 de agosto de 2011
Arizona Baby en Bueu
–Fue de Fernando Pardo, de Los Coronas. Vio cosas en Arizona Baby que echaba de menos en Los Coronas. Tocamos por primera vez juntos en 2009, una versión de "Shaking all over". En menos de un año volvimos a encontrarnos y seguimos así hasta que Fernando nos comentó la idea de juntar los dos grupos. Hemos abierto otro horizonte y es un proyecto paralelo muy interesante. Nos ha servido para hermanar no solo las bandas sino también sus aficiones y la gente que nos apoya. Está quedando una gran familia de rock and roll, una cosa muy bonita.
–Ahora mismo lo estamos mezclando. Son temas originales que hemos compuesto Arizona Baby y Los Coronas y los hemos arreglado juntos. Se titulará "TOS". Hasta después de verano no saldrá, pero en Bueu sí que nos gustaría tocar una canción o dos a modo de aperitivo.
–Galicia es una tierra con mucho rock and roll, con mucha afición y gente que sabe mucho. Nos invitaron a volver y ya que teníamos otro proyecto nos parecía novedoso para el público del festival, para que resultase divertido e interesante. Todo nos parecía que tenía sentido y para allá que vamos.
–Ellos aportan experiencia y nosotros frescura. Los dos grupos somos gente entusiasta, con mucha energía. Pero Los Coronas ya las han visto de todos los colores, tienen la cabeza muy bien amueblada y ya no se ponen nerviosos por cualquier cosa. A nosotros eso todavía nos falta. Además nosotros estamos más al tanto de la escena actual y ellos controlan de música más clásica. Entonces a nivel oyente también nos intercambiamos muchos discos y aprendemos muchas cosas juntos.
–No. Son estilos distintos pero muy compatibles. Y hemos tirado por donde más coincidíamos: rock and roll clásico, los cantautores de la costa oeste californiana y las bandas de rock psicodélico de los 60, punk-rock, soul, funk o incluso nos hemos ido hasta Black Sabath porque nos parece que el hard rock es otro punto en común que tenemos. Es cuestión de enfoque, no es tanto cuestión de instrumentos. Hay un montón de gustos en común que incluso nos sorprenden a nosotros. Es gratificante.
–Antes de estar en Arizona llevábamos ya tiempo en otras bandas, y en esos casos eran eléctricas. Estamos muy familiarizados con el formato. Además, era una forma para Arizona Baby de volver a pegar un toquecillo a la electricidad, que también se hecha de menos.
–Si hay muchos puntos de unión y divergencia en la música, lo que es el cine es todo unión. El cine ha hecho de cemento para que todos los ladrillos se mantuviesen bien unidos. Le da un imaginario, un sentido a todo, le da una unidad. En lo que es el cine no hay duda, nos gusta lo mismo. Nos gustan las típicas pelis de indios y vaqueros o de bandidos que ponían en la sobremesa los domingos por la tarde, el cine de terror español e italiano de los 60, cine sobre temas de drogas, de sectas, de psicópatas, todo tipo de terror, todo lo que es contracultural, todo lo que es serie B, todo lo que es distinto, todo lo que sale de lo habitual, nos atrae. Nos atrae de forma absoluta.
lunes, 1 de agosto de 2011
Arizona Baby en Gijón
«Arizona Baby» comenzó su andadura en 2005, cuando sus integrantes, Javier, Rubén y Marcos, se reunían en casa de alguno de ellos para tocar. «Empezamos sin ninguna pretensión, tocábamos por el placer de hacer música», cuenta Rubén, guitarra del grupo, a LA NUEVA ESPAÑA.
«Song to sing along» fue el primer álbum de este trío, y lo produjeron ellos mismos. En su segundo trabajo, «Second to none», buscaron el respaldo de la compañía Subterfuge, ya que «queríamos llegar a más gente», explica Javier, y comenta que tienen suerte de estar «en una compañía como ésta, que empezó como nosotros, de manera independiente».
La diferencia de grabación entre ambos álbumes es enorme. «Second to none» tiene una «calidad mayor, ya que tuvimos la oportunidad de grabar en el estudio de Paco Loco, en el Puerto de Santa María».
«Arizona Baby» forma parte de esa generación de grupos que se dieron a conocer gracias al «boca-oreja». Por esta razón, el guitarrista del trío defiende que «la mentalidad de los músicos tiene que cambiar, hay que olvidarse del dinero y simplemente hacer buena música».
Este grupo es una de las bandas revelación del año 2010. Han sido teloneros de estrellas como Chris Isaak y Mark Knopfler. Rubén confiesa que la experiencia del concierto con Knopfler en la Sierra de Gredos fue «alucinante». «Era la primera vez que tocábamos ante tanta gente», relata. Con Chris Isaak, del que se confiesan más seguidores, dieron cinco conciertos «maravillosos».
También han probado suerte fuera de nuestro país. En diciembre estuvieron en México y en abril tocaron en Berlín y Albania. «La acogida del público fuera de España fue muy buena, tanto como en nuestros comienzos aquí», cuenta Rubén.
Muchos son los que denominan la música de «Arizona Baby» como country vallisoletano, pero según explica el guitarrista de la banda, «aunque en alguno de nuestros temas haya pinceladas folk, "Arizona Baby" hace rock and roll», y añade que «la música que hacemos es la que nos gusta escuchar». Entre sus principales referentes se encuentran figuras como Elvis y el grupo «White Stripes». La banda apuesta «por la simpleza de la música y las buenas canciones».
No es la primera vez que «Arizona Baby» se sube a los escenarios asturianos. Hace unos meses actuaron en Gijón con «Los Coronas» en la gira «Dos bandas y un destino», con la que recorrieron gran parte de la geografía española. A raíz de los buenos resultados de esta gira ambas bandas grabarán un disco conjuntamente.
En esta noche gijonesa prometen «volcarse por completo con el público». Los asistentes podrán escuchar también a «Alto Volto», que se ha convertido en el gran referente del rock asturiano, con sonidos propios del blues rock, el hard rock o el grunge.