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viernes, 21 de marzo de 2014

Arizona Baby en Sevilla

La Sala Fanatic recibe el sábado 22 de marzo al grupo Arizona Baby, una banda que ha marcado camino al estilo indie en nuestro país. En 2009 lanzaron su disco “Second to None” (Subterfuge 2009) y en menos de 9 meses, tres premios nacionales como Grupo Revelación (Madrid en Vivo; Disco Grande Radio 3 RNE); más Grupo del Año Myspace.  Una media de 11 actuaciones mensuales en 2010 y en 2011, se fraguó su alianza inicial con Los Coronas en un insólito supergrupo, Dos Bandas Y Un Destino, con su disco “El Concierto” (Subterfuge 2011), seguida  por una gira de sold-outs continuos así como su posterior encarnación conjunta como el grupo revelación de 2012: Corizonas (Subterfge, 2011).
Ya como Corizonas emprendieron una gira triunfal de 90 conciertos en 2012. Tras esto llega la edición el mismo año de su hasta ahora último minialbum: “The Truth, The Whole Truth and Nothing But The Truth” (Subterfuge 2012) y otra gira maratónica combinada con los conciertos de Corizonas, así como actuaciones en Berlín, Albania, Grecia y giras por México (Feria Libro Guadalajara 2010, Vive Latino 2012, CCEM, Tequisquiapan, etc). En 2014 preparan el lanzamiento de un EP y un nuevo álbum.
Las entradas, diez euros en taquilla y 8 anticipadas, se pueden comprar en ticketea o en Record Sevilla y Tótem Tanz (Calle Amor de Dios).

viernes, 19 de agosto de 2011

¿Queréis otra?, ¡¡¡Tenéis otra!!!

Este es un cuento antiguo, primigenio quizá, básico y de primer grado, sin dificultades. Un cuento donde aparecen tres vallisoletanos despojados de ciertas malas raíces y en el que surge en cada uno de ellos una piel pura, sureña y del oeste, mucho más allá del primer mar; un cuento de piel rojas exigiendo con las manos en alto el sacrificio de este trío, que debe decirse: viajan por la península montados en dos bellas yeguas de seis cuerdas y un carromato que tras cada vuelta evoca percusiones y címbalos. Este es un cuento de un trío nacido en cuerpos ibéricos pero con almas de cowboy, un breve relato que acaba de comenzar.

Nocturama 2011. Noche de miércoles en el que de nuevo puede apreciarse una buena afluencia de público; la gente de LaSuite está realizando un buen trabajo, en gran medida por el gran cartel que han conseguido confirmar para el mes más soleado de Sevilla, notable cuando deciden cobrar la recompensa por entregar a los pieles rojas (literalmente en el público habían más de uno, cosas de la playa) el espectáculo que después de tan solo dos discos ‘Songs to sing along’ (autoeditado 2005) y Second to None (Subterfuge, 2009), han logrado a llevar a puntos altísimos estos tres forajidos.

arizona baby nocturama 2

Arizona Baby vienen de Valladolid, pero como indica desde un principio este cuento, su alma estuvo siempre en otro sitio, quizá también en otro siglo, cuando cruzar el desierto en el oeste americano, para ser parte de la fiebre del oro, era el día a día; quienes apreciamos el directo, de poco más de una hora de duración, nos fue muy sencillo imaginarnos entre esas correrías, ya que todo en ellos, principalmente esas almas americanas, les poseen de tal manera que todo en su música tiene esa nostalgia por las praderas y sus desaparecidos búfalos, las cantinas con su fauna de croupiers, damas de buen y amplio criterio, de camareros enfrascados en peleas con el borracho del turno.

Después de estar girando por el país en conjunto con la banda madrileña “Los Coronas”, hacen una parada en el camino en Sevilla para entregar temas de sus dos discos (más una inusual versión de Kraftwerk). Nada más subir al escenario, Javier Vielba (voz y guitarra) levanta la mano en alto y dice en alto a los pieles rojas ‘Somos Arizona Baby. Señor, enséñanos la verdad’, la verdad son ellos y sus contagiosos temas que saltan entre el country y el folk. Este relato habla también de una luna, de una noche sevillana y de la antesala a los días de calor que llegaron los siguientes días, seguramente conjurados por estas almas de desierto californiano.

arizona baby nocturama 4

No hay campaña en las praderas sin oficiales y guías, por ello en algún momento de la historia, nos hemos dejado orientar por los dedos ágiles como el viento del Sr. Marrón (Rubén Marrón, guitarra) sorteando acantilados con riffs precisos y afilados; custodiando la comitiva plantamos cada paso con firmeza aleccionados por Hermo, diestro conjurador de espíritus y sus voces. Con tal compañía no dudamos en adentrarnos en los caminos nunca antes recorridos del oeste en Sevilla, decidimos ser cómplices y vivir la aventura.

Este relato cuenta a través de sus personajes sus propios orígenes “Esta es una balada desde el Valle del Oro, que es de donde venimos nosotros” quizá a mediados del viaje tuvimos que pararnos a descansar, la travesía había sido ya larga y las fuerzas amedrentaban el valor, por ello escucharles algunos minutos cantar baladas country fueron el mejor bálsamo para un camino que aún estaba por llegar a sus puntos más altos.

“Ahora que estamos entrando en calor tenemos que tocar la última” dice Javier de manera premonitoria, se vuelven a colgar los instrumentos y dan metralla al personal suena “Bang! Bang!” y se convierte en tortura no mover los pies al ritmo del Sr. Hermo, de no seguir el vuelo del Sr. Marrón, de no querer terminar el viaje.

“Vosotros mandáis, ¿queréis otra?, ¡tenéis otra!”. Este relato termina con una oda, un canto festivo a Shiralee “You said “don’t wanna be with you”, but I don’t care / You think you can, but you can’t run away / You better watch your back: / Alli estaré”.

Moraleja: Lo que necesitamos es ser parte de un nuevo rito, de dejarnos llevar con sus canciones, de descubrir de nuevo y por primera vez que esas almas sureñas estarán en el mundo de manera indefinida. Es un placer ser contemporáneo de este trío salido de otro siglo, para ser por un momento un poco indios o cowboys, sin disparos innecesarios y solamente con la música como guía e interprete de ambos.



(Iván Vergara / Fotos: J.M.,
http://www.revistawego.com)

jueves, 18 de agosto de 2011

Manos, cuerda, cuero y una buena garganta cantando...

¿Se puede hacer más con menos? ¿Más sonidos, mejores canciones, con apenas dos guitarras y una percusión austera? Los cowboys de Valladolid Arizona Baby nos demostraron que sí en un conciertazo en la Cartuja sevillana.


Siempre he pensado que cuando un grupo de música necesita añadir componentes extra a su directo (una tercera guitarra, una segunda batería, un teclista adicional) suele ser que algo no funciona entre sus miembros. Entonces ocurre que llego al escenario del Nocturama y me encuentro sólo dos micrófonos, un taburete redondo y, al otro lado, una insólita percusión formada por una caja (de las de batería), un par de timbales, un pedal con campanitas y otra caja (esta vez flamenca) y me doy cuenta de que puede ser un buen momento para comprobar mi teoría. Llegan ellos, tres tipos raros de barbas espesas, pelos hasta mitad de la espalda, camisas de cuadros rojos y negros y sus botas terminadas en punta, empiezo a dudar si es verdad eso que dicen que vienen de Valladolid o si antes de hacer música eran algo a mitad camioneros o leñadores o filósofos de la vida de entre algún punto entre Virginia y Arkansas.


Pero no. Lo que son es músicos, y sí, son de Valladolid, pero eso es lo que menos importa. Lo importante es la música, y vaya si saben tocar. Después de un frugal saludo atacan sus instrumentos y empiezo a vislumbrar que éste no va a ser un concierto normal. Me parece de verdad increíble que con tan poco elemento (dos guitarras acústicas, una de ellas con cantante y la percusión antes citada) se pueda hacer tanta música. Se necesita ser muy bueno para que con sólo seis manos y una austeridad casi rancia de a lo más-básico-no-se-puede la música surja a borbotones. Para que la caja, flamenca, suene a platos, para que las guitarras hagan olvidar al bajo, para que unos timbales cubanos queden bien entre sabor a desierto, a carreras por las praderas, a hamacas en porches de ranchos en Texas y a viajes en Harley o en trailer por carreteras de polvo y arena. Ritmos de entre country y folk que por algún sitio tienen regusto a indy y que hacen recordar por momentos que los géneros en realidad no existen y que todo lo que es música es música. Y, entre tanta modernidad electrónica que parece estar en todas partes, aquí nos lo encontramos unplugged, sin enchufes, acústos, sin electricidad ni efectos. Sólo manos, cuerda y cuero, y una buena garganta cantando.


Poco a poco van apareciendo los temas de sus dos álbumes, quizá más del del último que del primero. Canciones de corte muy country como The Truth, baladas de rock americano

como Runaway, rumbas fronterizas (A Tale of the West) y otras que van de la tranquilidad a lo salvaje, van desfilando por un escenario en el que a pesar del calor la intensidad no decae. La sorpresa de la noche llega cuando versionan a Kraftwerk, sí, los abuelos del kraut electrónico, y lo hacen con rigurisad acústica, sin bajarse de los mismos elementos con los que hacen todo el concierto pero con una calidad que impresiona. Por desgracia parte del público parecía desconectado y más atento a cervezas y conversaciones estivas, pero la magia del grupo acaba por subirles al carro y ya en la zona de bises se puede decir que nos obligan, a base de carisma y buen rollo, a corear el Shiralee, su canción de más éxito, y a aplaudir sin compasión y terminar piendo otra.


Porque este trío tan sencillo (en apariencia) tienen una capacidad instrumental, un arte, una contundencia y una fuerte personalidad que hace que sus conciertos, tan simples, sean toda una experiencia.


(Ignacio Moreno Flores http://www.musiqueando.com)