La fiesta había comenzado un par de horas antes, cuando Javi Arizona invitó a subir al escenario a sus siete compañeros de aventuras. Juntos abrieron la velada y tras versionar el “Everybody knows this is nowhere” Neil Young los Arizona —tocados con chisteras y con aspecto de predicador chungo de un spaghetti western— se hicieron amos y señores de las tablas para interpretar un puñado de sus canciones: “The Truth”, “Ouch” y “Muddy River”, entre otras… La garganta de Javi rugía con fuerza y tras pedir una buena dosis de “zumo del talento” fue solicitando la presencia de Los Coronas: primero el bajo de Javi Vacas, después las implacables baquetas de Loza y finalmente se encontraban nuevamente los ocho sobre el escenario. Acabaron pasando por su filtro ¡incluso a Black Sabbath! La acústica del Señor Marrón engranaba con los espasmos eléctricos de los Coronas, el contundente baquetear de Loza quedaba blindado con la percusión de Hermo y la fusión de ambas bandas quedaba bautizada como Los Corizonas. Los malasañeros hacía años que musicalmente habían abandonada la soleada California, las Strato habían dejado paso a otras guitarras menos cristalinas, Gretsch, y su periplo sonoro por el sur de Estados Unidos había terminado cerca de la frontera, en un punto imaginario entre Nuevo México y Texas. De las playas doradas al árido desierto pasando por la pantanosa Lousiana, a la que rindieron tributo a golpe de un “Polk Salad Annie” que fundieron con “Susie Q”, con David Krahe y Fernando Pardo destilando la clase de James Burton y evidenciando que Los Coronas van tan sobrados que podrían ejercer de banda de acompañamiento de cualquiera. Con ellos hasta Ryan Adams parecería un tipo viril, Nancy Sinatra se convertiría en una pantera y Tina Turner patearía el culo de Beyonce. Los que en los noventa les vimos convertir en himnos surferos al “Enter Sandman” o el “Smell Like Teen Spirit” sabemos de lo que son capaces ¡incluso de que la gente corease el “Flamenco” de Los Brincos! Fernando —que hasta entonces había permanecido en un discreto segundo plan, tras un tremendo Javier Vielba que ejerció como maestro de ceremonias— desplegó su verborrea mientras una cómplice pantalla gigante escupía imágenes en perfecta sincronía con sus chascarrillos. Atacaron el “Misirlou” de Dick Dale y recibieron a los Arizona para que Loza pusiera voz a un ácido “Pushing Too Hard” que precedió al “Secret Agent Man” y también a un contagioso “Shiralee” que Los Coronas, desgraciadamente, no consiguieron elevar a otra dimensión. No era sencillo.
Juntos demostraron que, a falta de poder innovar, al rock todavía le queda un largo recorrido cuando el talento se pone al servicio de la imaginación, incluso que todavía puede conquistar a unos cuantos cientos de almas en cada ciudad española. Les sobra convicción y oficio y consiguieron hacer bailar a una abarrotada Joy Eslava. Aseguraron que a la gira le quedaban todavía seis meses. Ojalá sea cierto y si pasan cerca de tu ciudad no lo dudes…
(JF León, blogs.antena3.com)
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