Dos bandas que salen a destajo desde el primer momento, en el que los ocho hacen una versión descocada del “Everybody knows this is nowhere” de Neil Young, que ya marca por donde van a ir los tiros. Musica de salón desmadrado, aliñada con una pantalla de video en la que no dejaron de mostrar imágenes de spaghetti western, toreras y de striptease retro, siempre al albur de la música del momento.
Los Arizona Baby, combo vallisoletano de forajidos del rock, con sus pintas de tahures del Mississippi, tocados con bombín y de barbas desgreñadas coparon el escenario en primer lugar, dando rienda suelta a una suerte de rock & roll de desierto, sostenido sobre dos guitarras y percusión minimalista. Pasearon con orgullo canciones de su último disco “Second to none”, con una “Shiralee” de punta de lanza, descollante, abandonando las aguas turbias del vinilo y deslumbrando con un ritmo descarado, que nos recordó la vía “country punk” de Jason & The Scorchers. Los tres solos o con la ayuda de Javi Vacas al bajo, descollaron a gran altura y nos lleva a felicitar a los de LTI por su inclusión el la tarde sabatina del Azkena Rock. Esperemos que no les asuste las dimensiones del festival, aunque no tienen pintas.
Y si el trío barbudo nos divirtió, la salida de Los Coronas, sin paradas para afinar, recolocar, montar ni ostias en vinagre, marcó el inicio de la FIESTA. Ritmos tarantinianos, western paleto y toneladas de ritmo para un show que fue a más. Revisitaron el “Polk salad Annie”, mucho mejor que en el vinilo, saquearon a los Brincos(“Flamenco”), consiguiendo el 4º de rock por méritos propios. Esperemos que no logren el 5ª ya que, Fernando Pardo dixit, tendrían que separarse y volverse a juntar para hacer algo de pasta. Por allí se pasearon el fuzz pantanoso y el surf más luminoso, la rumba y el pasodoble cañí, de la mano, apoyados en una sección rítmica cual apisonadora, dos guitarras afiladas y un trompetista ucraniano que quería ser torero pero que, vistos los cuernos que gastan los morlacos, se pasó a la música que le aseguraba una vida, si no plácida, cuando menos más tranquila. Llegaron, tocaron y triunfaron. La gente estaba encantada, se dejaba las palmas de tanto aplaudir y eso que no sabían lo que se les venía encima.
Y tocaba la novedad de esta gira. Dos bandas y un objetivo: el despiporre vía versiones descacharrantes por la conjunción de las dos bandas sobre el escenario. Las que no sonaron muy bien, fueron apoteósicas. Revisitaron a los Seeds en “Pushing to hard” con el batera desgañitándose, nos noquearon vía Dead Kennedys con “Too drunk to fuck”, se tranquilizaron con “La Cárcel de Sing Sing” (estratosférica la trompeta oye), hicieron un medley de Elvis y nos descerrajaron una versión, llevada a su terreno, del “Wish you were here” pinkfloydiano con ecos a Sergio Leone.
No hay que augurarles un éxito que ya han cosechado con esta gira. Lo que cabe pedirles es que no decaiga.
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