jueves, 20 de diciembre de 2012

Música que nace de las arenas del desierto

La música tiene esas cosas extrañas. Cuando un grupo con una sonoridad compleja es capaz de saltar sus propias barreras estilísticas y alcanzar una dimensión que acaso por origen hubiera resultado casi impensable en un principio. Esa es la magia, y cuando eso se consigue, no hay muchos peros que buscar. La música se disfruta o no, y eso depende de un desconocido juego de emociones. (...)

Y no queda duda de que Arizona Baby han logrado que ese juego se expanda y alcance límites insospechados. Porque a pesar del minimalismo que pudiera aventurar una propuesta materializada exclusivamente con dos guitarras acústicas y una batería, su música tiene a la vez un componente complejo en puja igualitaria con la expresión de la sencillez.

Música que nace de las arenas del desierto y que lucha por beber el agua acumulada en la raíz del cactus que incólume aguanta al sol, música que se alimenta de épicos paisajes y jalona historias de nostalgia y perdedores. Nostalgia y pasajes umbríos (a pesar del sol) que en The ballad of Golden Valley atinan a llegar al alma. Porque el calor extremo ayuda a una descomposición de la psique que te hace aventurar por caminos extraños. 

Tras su autoeditado Songs to sing alone (2005) y el Second to none (2009) de la mano de Subterfuge, los vallisoletanos nos presentan ahora el mini-LP The truth, the whole truth and nothing but the truth, disco que optaría a la categoría de entretiempo hasta su próximo paso grande, si no fuera porque es excelente. Sus meses de gira sin fin junto a Los Coronas primero y luego con el ente fusionado Corizonas no ha hecho más que apuntalar la autoconfianza en el camino elegido. Y The truth… no ofrece sendas más fáciles.

Viene a ser un reverso acústico del stoner-rock que avanza por desiertos sureños, un trasunto psicodélico de las melodías desnudas de Calexico, un saber avanzar en las curvas que el country estableció al maridar con el rock, y éste con el folk, e incluso la hipnosis triste que el espíritu alemán insufló en el rock y el pop (esa versión de The Model demuestra, por mucho que ellos la consideren casi una broma interna, que Kraftwerk  eran/son por encima de todo grandes hacedores de canciones). Y todo ello impregnado de esencia melódica. Porque no otra cosa tienen canciones como When the sun never setsThe end of the line o If I could, junto al soterrado rock primitivo de Rock’n’Roll Messiah. Con un Rubén Marrón capaz de embellecer cada acorde tocado con su guitarra, dando el contrapunto perfecto a Vielba.

Y el hecho de que una música que no es fácil, que no entra a la primera, que no sean canciones de usar y tirar, alcance públicos no sudados en tan tórridas sensaciones es algo a aplaudir.

La vida en el desierto tal vez sea mínima. Pero cuando sobrevive, es salvaje.


(Red River, www.riorojo.org)

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