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martes, 7 de mayo de 2013
lunes, 29 de abril de 2013
"Lo consiguen sin despeinarse"

Comentaba un conocido tras el concierto en que Arizona Baby presentaban en Bilbao su último disco The truth, the whole truth and nothing but the truth que es increíble lo que son capaces de hacer en escena dos y el del tambor. Y pocas veces una frase hecha, con su sentido oculto, resume mejor la apuesta que esta gente ofrece. Minimalismo instrumental que en manos de los pucelanos rebasa el corsé estilístico que a priori pudiera constreñirles. (...)
Cuando revisamos en estos papeles The truth… ya dijimos que no es en principio música fácil, pero que Arizona Baby sí parecen tener la clave para que llegue con facilidad a personas que pudieran transitar por caminos bien distintos. Esa austeridad de medios no se convierte de ninguna manera en lastre, y por contra ayuda a alcanzar la esencia misma de las canciones. Y en este caso, los dos (Javier Vielba y Rubén Marrón) y el del tambor (Guille) ayudados en escena por Alex Izquierdo a una tercera guitarra acústica, más unas teclas puntuales o toques de maracas, consiguen de sobra alcanzar esa esencia.

Pero siempre son capaces de sorprender. Invitando a que la gente grite en If I could logran elevar la canción a un clímax perfecto para lanzarse sin freno al final de la misma hacia los ritmos zíngaros que tanto gustaban a
Kusturica o Goran Bregovic y que estéticamente tan bien les encajan. Y rizan el rizo en la brutal introducción instrumental de X’ed out, donde con imágenes de fondo de Charles Manson y jugando con la simple acústica de las cajas de sus guitarras y percusiones varias, por un momento pareció que se arrancaban con el interludio instrumental del Another man’s woman de Supertramp que se hiciera famoso como sintonía de Informe Semanal. Sí, ya lo sé, no había piano, y yo no había fumado nada, pero juro que lo sentí.

Y tampoco hubiera sido tan extraño. Sus versiones dan fe de un eclecticismo envidiable y una facilidad pasmosa para llevar otros ritmos a su terreno. Porque el Sandman de America o el My name is Drake de los portugueses A Jigsaw pueden encajar a la primera, pero más complicado se antoja que hagan suyas The Model deKraftwerk o N.I.B de Black Sabbath.
Lo consiguen sin despeinarse (dicho lo del pelo metafóricamente). Pero sólo si tienen la excelencia de su lado, dos (o tres) y el del tambor saben engatusarte con el inolvidable Sixteen tons de Merle Travis vía aquella obra maestra que se marcó José Guardiola.
Y estos barbudos la tienen.
martes, 18 de diciembre de 2012
Con denominación de origen
“The Truth, the Whole Truth and Nothing but the Truth”
(2012). Subterfuge Records
(2012). Subterfuge Records

Con denominación de origen y tendiendo puentes entre el Pisuerga y el Mississippi. Así se podría introducir el nuevo trabajo de los vallisoletanos Arizona Baby, un EP de ocho cortes concebido y grabado íntegramente en emplazamientos locales que supone una transición hacia su nuevo trabajo, que verá la luz el año que viene. La exitosa aventura con Corizonas podría hacernos inferir un cierto estancamiento del proyecto nuclear de Javier Vielba y Rubén Marrón, pero nada más lejos de la realidad. En pleno fin de gira del grupo que surgió de la unión con los Coronas, nos presentan a su nueva criatura, germinada en los estudios Dobro Producciones de Casasola de Arión, con un sonido claro y directo que demuestra que no hay que desplazarse a lejanos parajes para lograr un resultado con pedigrí. Además, han contado con tres baterías/percusionistas distintos: Roberto Lozano, Guille Aragón y Sergio Hermosilla, quienes dejan su personal sello de calidad en el conjunto.
Lo primero que hay que decir es que, a pesar de que ha pasado un lapso relativamente considerable desde su última entrega discográfica “Second to None” (publicado en 2009, pero grabado en 2008), y que la travesía corizónica podría inducirnos a pensar en un contagio de su electricidad, no es así. Las pistolas siguen en su sitio. Que nadie espere un salto cuántico, puesto que el sonido árido y fronterizo sigue ahí, más presente que nunca, y es precisamente el énfasis es estos dos factores el que hace a este trabajo diferente de su predecesor. La música de Arizona Baby se ha vuelto más pura si cabe, incide más aún en sus señas de identidad, en la raíz. Sigue desprendiendo aromas que se encuentran en las mejores esencias, como en las de Townes Van Zandt, America o Flying Burrito Brothers, pero la banda ha creado su propio perfume a base de sudor, esfuerzo y perseverancia. Estamos ante un trabajo que es a su vez continuista y evolutivo. No esperen ataques de impacto inmediato como “Shiralee” o “The Truth”, pero si ahondamos en las estructuras de sus canciones se vislumbran a la perfección los rasgos definitorios de una banda como Arizona, su ADN musical: esa mezcla de folk-rock acústico con toques de otros estilos (bluegrass, country etc.) de claro aire cinematográfico. Botas sucias, bourbon, cowboys y polvo del desierto. O de la meseta.

En la cara A (soy de los que prefiere el vinilo a cualquier otro formato), “Where The Sun Never Sets” abre el EP con un riff marca de la casa, erigiéndose como una continuación lógica de “Second to None”. “Rock ‘n’ Roll Messiah” es puro rock acústico, con un comienzo contenido en el destaca el solo de Rubén Marrón que desemboca en una sonoridad relativamente oscura, con Javier Vielba predicando en la tierra donde el sol nunca se pone. “If I Could” posee un carácter más rítmico, con un estribillo incluso bailable. En este tema, como en el anterior, podemos escuchar la excelente labor de Guille Aragón a la batería y la percusión, quien además los acompaña en la gira de presentación de EP. “The Ballad of Golden Valley” es, como su propio nombre hace intuir, un tema pausado que hace pensar en cowboys solitarios en busca de la felicidad.
En la cara B, “Misty Morning Sun” nos despierta con una paleta cercana al grunge acústico de bandas de culto como Days of The New, mientras que “End of The Line” resulta más luminosa, con un enfoque que roza el country de soslayo. A continuación encontramos “The Model”, una versión de Kraftwerk en la que Arizona trae a su terreno el frío e industrial sonido analógico de los teutones. Por último, “The Truth is On The Radio” es una curiosidad que funciona a modo de outro y que deja intuir la capacidad que tiene Arizona Baby para abrir horizontes. Veremos qué camino cogen en el futuro.

En conclusión, se trata de un trabajo que funciona con entidad propia, un eslabón entre etapas que muestra a la perfección las entrañas de una de las bandas más interesantes del panorama independiente nacional. El trabajo es crudo, visceral, una radiografía transparente de lo que son Arizona Baby hoy en día
(Álvaro R. Osuna, www.cylcultural.org)
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