Arizona Baby… ¡Gracias por no tomar el desvío a la izquierda!
Como el insoportable conejo dentudo, en algún momento de su existencia Arizona Baby debió de equivocar su camino y no tomar el desvío a la izquierda en Albuquerque; así, en vez de nacer en algún polvoriento rincón de Nuevo México, les dio por hacerlo en la más húmeda Valladolid. Sin embargo, por su mezcla de rock acústico sureño y folk de épica western, es más propio de ser escuchado en la tambaleante furgoneta-cocina de metanfetaminas de Breaking Bad que en la Cuenca del Duero.
Dos guitarras y una batería. Nada más. Mejor dicho, todo lo demás. Porque han hecho el mejor disco que se podía hacer. Y lo que pudieron hacer ha sido mucho, muchísimo. Acercarnos todo un mundo de rastrojos, polvo, raíces mascadas y quemaduras por el viento y hacerlo nuestro (que tan lejanos estamos) como sólo han sabido hacerlo el Ennio Morricone de los mejores tiempos y Calexico. Sentimos sus historias: nos mostramos altaneros conShiralee, regalazo de rock de ritmo de metralleta, que sigue con la trepidante obertura del pacto de fidelidad de The truth, la leyenda A tale of the West (a punto he estado de escribir Once upon a time in the West) o la confesión de Ouch!. Su Second to none es una sensación de algo nuevo al oeste del Pecos y a ambas orillas del Pisuerga.
Si tienen la oportunidad de verlos en la gira Dos bandas y un destino, conjunta con Los Coronas, no la desaprovechen. Estuvieron en Málaga. Y dispararon de lo lindo.
(Jesús Martín Camacho, www.revistadiscobolo.com)
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