martes, 30 de noviembre de 2010

Arizona Baby ¡¡¡en México!!!


Arizona Baby realizan un paréntesis en la exitosa gira “Dos Bandas y Un Destino” para ofrecer una serie de conciertos en México, donde se encontrarán presentando su aclamado “Second to none” (Subterfuge) a lo largo de una intensa semana.

Con la llegada del año nuevo y tras un 2010 repleto de éxitos, Arizona Baby retomarán su gira junto a Los Coronas e irán alternando estas fechas con suyas propias. En primavera actuarán en Alemania.


ARIZONA BABY& LOS CORONAS. Gira “Dos Bandas y un Destino”

- Jueves 23 de Diciembre. Logroño Sala Modus.

- Miércoles 29 de Diciembre. León Sala Studio 54.

- Sábado 8 de Enero. Miranda de Ebro (Burgos) La Fábrica de Tornillos.

Fotografía de Iñigo de Amescua (www.blueindigostudio.com)

(www.inzona.es)

lunes, 29 de noviembre de 2010

Una bicefálica y auténtica bendición para los amantes del rock’n’roll

Se veía venir, cuando dos bandas pasan por un momento tan dulce y deciden unir sus fuerzas, sólo puede salir algo bueno, algo realmente bueno. Los Coronas llevan casi veinte años dando el callo, peleando contra viento y marea, surfeando por el Manzanares a lomos de sus Stratocaster, viviendo prácticamente a la sombra de Sex Museum… hasta que hace un par de años la diosa fortuna les sonrió e incluso Little Steven intentó ficharles para su sello, o viceversa. No faltará algún memo que pueda pensar que Arizona Baby nacieron de pie o con un pan debajo del brazo, pero aun sin la veteranía de los madrileños tampoco son precisamente unos recién llegados. Llevan años en el ajo y miles de kilómetros en las ruedas de su furgoneta, porque se patearon nuestro país defendiendo su primer álbum, curtiéndose sobre las tablas. Finalmente han conseguido que su poderoso rock acústico haya sido aclamado por todos. Da igual que las tres cuartas partes de su público sea el mismo que el de Russian Red y que se enteraran de que existió un tipo llamado Johnny Cash cuando se estrenó “En la cuerda floja”. Ellos no tienen la culpa. Arizona Baby conocen perfectamente el terreno que pisan, tienen canciones enormes y sus conciertos son realmente antológicos. Por eso mismo “Dos bandas y un destino” es una bicefálica y auténtica bendición para los amantes del rock’n’roll. Por un lado está el homónimo doble epé que han grabado juntos, cuatro versiones que marcan cuatro puntos cardinales: “Wish You Were Here” de Pink Floyd, “Runaway” de Del Shannon, “Too Drunk To Fuck” de los Dead Kennedys y el bolero “La Cárcel de Sing Sing” del colombiano Alci Acosta… Ellos, en realidad están en el medio, ejerciendo de agujero negro que absorbe cualquier canción para escupirla con un sonido verdaderamente especial, que combina los elementos de las dos bandas, pero sin llegar a sonar a ninguna de ellas. Evidentemente sonaron esos cuatro temas en el concierto madrileño de la gira “Dos bandas y un destino”; fue en la recta final, cuando la gente ya estaba en pleno éxtasis tras una auténtica orgía sonora que culminaron con una brillante versión del “I Fought The Law” de Bobby Fuller.

La fiesta había comenzado un par de horas antes, cuando Javi Arizona invitó a subir al escenario a sus siete compañeros de aventuras. Juntos abrieron la velada y tras versionar el “Everybody knows this is nowhere” Neil Young los Arizona —tocados con chisteras y con aspecto de predicador chungo de un spaghetti western— se hicieron amos y señores de las tablas para interpretar un puñado de sus canciones: “The Truth”, “Ouch” y “Muddy River”, entre otras… La garganta de Javi rugía con fuerza y tras pedir una buena dosis de “zumo del talento” fue solicitando la presencia de Los Coronas: primero el bajo de Javi Vacas, después las implacables baquetas de Loza y finalmente se encontraban nuevamente los ocho sobre el escenario. Acabaron pasando por su filtro ¡incluso a Black Sabbath! La acústica del Señor Marrón engranaba con los espasmos eléctricos de los Coronas, el contundente baquetear de Loza quedaba blindado con la percusión de Hermo y la fusión de ambas bandas quedaba bautizada como Los Corizonas. Los malasañeros hacía años que musicalmente habían abandonada la soleada California, las Strato habían dejado paso a otras guitarras menos cristalinas, Gretsch, y su periplo sonoro por el sur de Estados Unidos había terminado cerca de la frontera, en un punto imaginario entre Nuevo México y Texas. De las playas doradas al árido desierto pasando por la pantanosa Lousiana, a la que rindieron tributo a golpe de un “Polk Salad Annie” que fundieron con “Susie Q”, con David Krahe y Fernando Pardo destilando la clase de James Burton y evidenciando que Los Coronas van tan sobrados que podrían ejercer de banda de acompañamiento de cualquiera. Con ellos hasta Ryan Adams parecería un tipo viril, Nancy Sinatra se convertiría en una pantera y Tina Turner patearía el culo de Beyonce. Los que en los noventa les vimos convertir en himnos surferos al “Enter Sandman” o el “Smell Like Teen Spirit” sabemos de lo que son capaces ¡incluso de que la gente corease el “Flamenco” de Los Brincos! Fernando —que hasta entonces había permanecido en un discreto segundo plan, tras un tremendo Javier Vielba que ejerció como maestro de ceremonias— desplegó su verborrea mientras una cómplice pantalla gigante escupía imágenes en perfecta sincronía con sus chascarrillos. Atacaron el “Misirlou” de Dick Dale y recibieron a los Arizona para que Loza pusiera voz a un ácido “Pushing Too Hard” que precedió al “Secret Agent Man” y también a un contagioso “Shiralee” que Los Coronas, desgraciadamente, no consiguieron elevar a otra dimensión. No era sencillo.

Juntos demostraron que, a falta de poder innovar, al rock todavía le queda un largo recorrido cuando el talento se pone al servicio de la imaginación, incluso que todavía puede conquistar a unos cuantos cientos de almas en cada ciudad española. Les sobra convicción y oficio y consiguieron hacer bailar a una abarrotada Joy Eslava. Aseguraron que a la gira le quedaban todavía seis meses. Ojalá sea cierto y si pasan cerca de tu ciudad no lo dudes…



(JF León, blogs.antena3.com)

Rollo salvaje oeste. Salvaje, salvaje.


Ocho músicos en escena y dos horas de buen rock. Arizona Baby y Los Coronas han puesto el listón muy alto en este Wild Winter 2010. Las dos bandas se juntaron sobre el escenario para dar sobre todo espectáculo, incluso más allá de lo púramente musical. Irrepetible. Unas pantallazas a los lados del escenario con lo mejor del género western desde los primeros acordes. dejaban claro que aquello iba a ser distinto. Rollo salvaje oeste. Salvaje, salvaje.

Ambos grupos se presentaron juntos ante la sociedad musical malagueña, tocando tres temas mano a mano, antes de que Los Coronas abandonasen el escenario para dejar a Arizona Baby solos ante el peligro. Los de Valladolid, al ritmo de la guitarra del virtuoso 'señor Marrón', desgranaron lo mejor de su Second To None.

Los Coronas volvieron canción tras canción, poco a poco, a invadir el escenario. Los Coronas, con mucha más carretera que Arizona, metieron el ritmo en el cuerpo al público, con su Fernando Pardo (ex Sex Museum) a la cabeza. Mucho feeling en una sesión de baile que escapaba de tópicos techno, para viajar por los senderos del surf fronteriozo.

Los madrileños Coronas, vestidos como para un rodeo, hermanados con los vallisoletanos Arizona, rollo mormón. Duelo de guitarras al anochecer, demostrando que son 'Dos Bandas y un Destino', como esgrime el lema de su gira. Su finalidad, disfrutar. Baila o disparo. Sin tregua y sin respiro. Bang, bang.

(Ángel de los Ríos, blogs.diariosur.es)

viernes, 26 de noviembre de 2010

Arizona Baby seduce en SalottoLive

El trío de rock añejo ofrece un concierto en el que no faltan palmas, coros cantados por el público y botellas de vino que se acaban... Y esto pasó en el salón de una casa en Madrid. La cosa acabó con almohadas desperdigadas.

Una de las mayores juergas vividas por los miembros de Arizona Baby tuvo lugar el año pasado en Café Teatro, un lugar de encuentro mítico en la noche de Valladolid. A las cuatro de la mañana, sus dueños bajaron el cierre y ahí se quedaron hasta la madrugada los miembros de este trío vallisoletano, junto a Xoel López (Deluxe), que sacó una guitarra con sólo cinco cuerdas, con la que estuvieron cantando canciones de los Who, los Beatles y otros clásicos del rock. “Ese sitio es mítico. Se lían bien gordas. Que cuenten Pereza cómo fue su última juerga ahí”, suelta enigmático y con una sonrisa Javier Vielba, el barbudo vocalista, guitarrista y líder, de 31 años, de esta banda revelación, que no ha parado de tocar el último año, tras salir su segundo y último disco Second to none (2009).

Estamos en un concierto de SalottoLive by 500 y ROLLING STONE. No hay ningún cierre echado, hay más instrumentos que una guitarra destartalada y la noche no ha hecho más que empezar. Pero la estampa aquí no es menos singular que la descrita por el vocalista: nos encontramos en el amplio salón de una casa, en pleno centro de Madrid. Los instrumentos y los micrófonos están colocados en el suelo. No hay escenario. Un centenar de espectadores espera a que empiece a sonar el rock austero y añejo de este grupo, conocido, además de por sus enormes barbas (hay fans que se las ponen postizas en sus conciertos), por no utilizar guitarras eléctricas. Sólo tocan con acústicas. El dueño de la casa se mantiene tranquilo a un lado del escenario, ejem, de su salón. “¿Si me preocupa que se vayan a estropear mis cuadros? No, qué va, confío en la buena fe de la gente”, responde Enrique García Lozano, artista y dueño de esta casa. En las altas paredes del amplio espacio, en el que también pinta, están colgadas sus obras. El ambiente es familiar y de trato agradable.

“Antes ha pasado aquí al lado el batería de Arizona Baby, he estado a punto de decirle algo pero me echado para atrás”, suelta Álvaro, estudiante de 19 años. Él es uno de los ganadores de los concursos organizados por SalottoLive, Fiat y ROLLING STONE, para ver a Arizona Baby en este salón. Su hermano, Ricardo, un año menor, explica la devoción que sienten ambos por el trío: “Vimos a Arizona Baby hace una semana, aquí en Madrid, en una sala grande y estuvo genial. Pero hoy creo que va a ser más especial”. Pocos minutos después arranca el concierto y los dos hermanos miran con atención. El grupo suena rodado y la sobriedad del entorno juega a favor: su rock sencillo y clásico, con su solvencia instrumental, funciona sin luces ni humo ni otros efectos escénicos. Junto al vocalista y guitarrista están Rubén Marrón (también guitarrista) y Hermo (batería y percusiones); los tres se centran en los temas su segundo y último disco. El cantante ejerce de centro de atención: es dicharachero, agradecido y se salta el guión. “¿Alguien me puede traer más vino?”, reclama, con el vaso vacío tras la segunda canción; después de la sexta, agarra la botella directamente. El público, sentado sobre almohadas en el suelo, da palmas, ríe y canta (sobre todo en el estribillo de Shiralee, tema más popular de la banda).

SalottoLive nació hace casi cuatro años, en Florencia (Italia). La idea de acercar músicos a su público llevó a Paola Lafelice, una de las cabezas de esta marca, a organizar una actuación de la cantautora Vanessa Peters en su casa. La cosa se fue de las manos. “Para la segunda hubo que buscar un lugar más grande”, cuenta riendo la ideóloga. SalottoLive creció: llevan organizados 70 conciertos en diferentes ciudades italianas (Milán, Verona, Génova...) y su expansión internacional ha empezado. Este directo de Arizona Baby es el segundo bajo este nombre en nuestro país: su desembarco aquí fue el pasado abril, con Love of Lesbian tocando en la casa de un arquitecto, también en la capital. Una peculiaridad de estos conciertos es que sus asistentes desconocen dónde van a tener lugar hasta el último momento: pocas horas antes de celebrarse se les comunica por mensaje de móvil. A su carácter reducido e itinerante, Paola añade otro distintivo:”El público está callado, escuchando”, recalca.

Aunque las palabras de Paola no son del todo ciertas: cuando Arizona Baby termina su concierto con una versión de Lucille, el salvaje rock and roll de los 50 y clásico de Little Richard, nadie está sentado en suelo: los presentes bailan y siguen los coros del cantante. Las almohadas están desperdigadas, mientras Arizona Baby dan los últimos acordes, con sus guitarras en alto. El público abandona el salón, los cuadros mantienen, impolutos, su sitio (para satisfacción del dueño de la casa) y los dos hermanos concursantes, Álvaro y Ricardo, sonríen, mientras salen por la puerta principal. “Soy guitarrista y ha sido un placer poder ver cómo tocan, desde tan cerca. Son unos monstruos”, dice el mayor de los hermanos.

(Ivar Muñoz-Rojas, www.rollingstone.es)