martes, 2 de noviembre de 2010

"Como los duelos del salvaje oeste"

Todo lo que apuntamos en vísperas de este acontecimiento especial se ha visto superado en un directo GRANDE (así, en mayúsculas). Grande por los 8 músicos que se dieron cita, y grande también por las casi 3 horas de buen rock que nos regalaron.

En la noticia en la que presentábamos la gira conjunta de estas dos bandas anunciábamos un espectáculo especial, quizás irrepetible, en donde las sorpresas serían lo único escrito en el hipotético guión.

En vísperas al concierto nos preguntábamos si tocarían todos juntos, por separado o un poco de ambas. Las dudas se irían resolviendo a medida que avanzaba el show, sin embargo, antes del comienzo todo eran incógnitas. Pocos nos imaginábamos que nos iban a someter a casi 3 horas de concierto, donde todos nuestros buenos presagios iban a ser cumplidos.

La música de Ennio Morricone daba el pistoletazo de salida, dando la bienvenida a los presentes al salvaje oeste. En ese momento recordé como Muse introducen esta misma Intro en directo para su épico “Knights of Cydonia”. Ambos grupos se presentaban así en sociedad, tocando un par de temas juntos, antes de que Los Coronas abandonasen el escenario para dejar a Arizona Baby solos ante el peligro. Los de Valladolid aceptaron gustosos el invite de hacer entrar en calor a la gente, y desgranaron, bajo el indiscutible liderazgo de la guitarra del “señor Marrón”, lo más selecto de su último LP, “Second To None”. Como recién llegados de los años 70, por estética y por sonido, imaginar su concierto en color sepia sería una buena forma de entender mejor su gusto sureño, sus constantes referencias a la América desértica. Las primeras y frenéticas notas de “The Truth” son una buena elección para ir abriendo boca. Se crecieron con “A Tale Of The West”, con “Muddy River” y con “Runaway”, encargada de cerrar su repertorio, mientras Los Coronas al completo ocupaban sus respectivas posiciones en el escenario.

De ahí al final, Los Coronas no se moverían ya del mismo, y su guitarrista Fernando Pardo se colocaría el cartel de maestro de ceremonias (ídem con sus Sex Museum), siendo el más extrovertido de los 8 protagonistas. El buen rollo que transmitía, tanto con sus esbirros como con sus enemigos íntimos de esta gira, era compartido por todos en el escenario, respirándose un feeling intenso, especial, idóneo para la jam sessión que les ocupaba.
Sin embargo, Fernando y los suyos salieron a romper, sin piedad (“Sin perdón” como diría Clint), olvidándose de Arizona Baby por completo, sin importarles lo más mínimo el derrotarles con autoridad sobre las tablas. Primero comedidos (“Libertwango”), luego vestidos de rodeo (“Jinetes Radiactivos”), para enfrascarse de toda su esencia (“Big Waves Riders”). El listón se estaba poniendo muy alto, algo que a nadie pareció importarle demasiado.

Tras casi dos horas de concierto, las caderas ya estaban más que engrasadas, y las pulsaciones adaptadas al ritmo que marcaba el adictivo surf rock que llegaba del escenario. Como atraídos por los encantos de Los Coronas, Arizona Baby volvían al escenario con ganas de contagiarse. Lo que quedaba, que aún era mucho, formaba parte del caviar de la noche.



Dos bandas y un destino. Tras flirtear en público, llegó la hora del cortejo. Se cruzaron de forma inevitable, fusionaron gustos, influencias, y pusieron todo su talento a disposición del oponente. Este particular orgasmo entre dos bandas desembocó en la versión bastarda del “Shiralee” de Arizona Baby, que fue de las más esperadas (y celebradas) de la noche.

Así fue como el mestizaje se apoderó del duende de Triana, del carismático pop de Los Brincos, del stoner de Black Sabbath, del rock psicodélico de Pink Floyd, del surf primerizo de The Ventures, y hasta del punk de Dead Kennedys (de los que tocaron dos temas, con el clásico “Too Drunk To Fuck” para cerrar).

Fueron casi tres horas de concierto, sin tregua, sin respiro, como los duelos del salvaje oeste. No será el mejor concierto al que asistas, pues los 8 músicos que pisaron el escenario se olvidaron de todo tipo de ataduras y se limitaron a disfrutar (y por ende, hacer disfrutar) a un público entregado desde el principio.

Para finalizar, un consejo para aquellos afortunados que tengan una entrada para esta gira. No asistan al concierto a examinar a unos y a otros, pues no será el momento ni el lugar para medir a estos dos grupos de culto, ya que en esta gira conjunta, ni Los Coronas, ni Arizona Baby se enfrentan a “su” público, sino al de ambos.


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