jueves, 26 de noviembre de 2009

Arizona Baby con HEINEKEN

No puedo sacarme “Shiralee” de la cabeza. Desde que lo escuché me he sorprendido tarareándolo —e incluso berreándolo— en más de una ocasión: conduciendo, en el ascensor, en la ducha, encima de la bicicleta, en mitad de una pesadilla… No puedo negarlo, tiene todos los visos de convertirse en mi canción favorita del año. Los responsables son tres barbudos con melenas que con un par de guitarras acústicas y una percusión minimalista meten más marcha y ruido que Metallica en 1985. Es un decir, evidentemente, pero lo cierto es que resulta difícil de creer lo que estos vallisoletanos son capaces de tejer con semejantes mimbres.

Y es que cuando llevas ya unos cuantos años metido en faena es más difícil que algo te sorprenda, es algo bastante obvio… Puede que las artes amatorias de alguna de esas amazonas que protagonizan de películas para adultos hicieran perder la cabeza a un mortal cualquiera, pero seguro que no perturbarían en la misma medida a Nacho Vidal, curtido en mil batallas y camas. Valga la metáfora para resaltar que a estas alturas son pocas las cosas que realmente me sorprenden y el segundo trabajo de Arizona Baby es una de ellas. “Second To None” es un tornado en el que se mezclan en perfecta armonía rock and roll, country, folk, rock duro, la música del fronterizo desierto y las bandas sonoras de las pelis de John Ford. Todo muy americano, con acento sureño, con polvo del Death Valley y el amenazante sonido de una serpiente de cascabel.

Los que les han visto en directo aseguran que su directo es único y les creo, de otro modo no creo que —¡en los tiempos que corren!— hubieran llegado a despachar más de dos mil copias de su autoeditado álbum de debut, “Songs To Sing Along”, a la venta exclusivamente en los conciertos y quizá en la tienda de algún amiguete. Sin esa pegada difícilmente se habrían colado ya, y prácticamente sin ayuda, en un buen número de festivales y habrían montado tanto revuelo. Y ellos tan felices, porque aseguran que Paco Loco ha sabido trasladar al disco la esencia de su salvajismo y su instinto asesino sobre el escenario y eso no es nada fácil de lograr.

El único problema de “Second To None” es que “Shiralee” pone el listón muy alto —quizá demasiado— y resulta inevitable que su impacto inicial se vaya diluyendo, en parte, según avanza la escucha, de modo que el dedo acaba inevitablemente volviendo a pulsar el “uno” de manera compulsiva, hasta la extenuación. ¿Significa eso que el resto del disco es flojo? No, en absoluto, hay pelotazos como “Ouch”, “Getaway”, “Muddy River” o “The Truth” que destierran la posible idea peregrina de encontrarnos ante un “one hit wonder” y que sin “Shiralee” habrían conformado un buen trabajo. Pero lo cierto es que el potencial exhibido evidencia que Arizona Baby están predestinados a hacer algo aún más grande, y eso no está al alcance de cualquiera.

¡¡¡¡¡Atención a la "percusilla" de Marcos!!!!!


(J.F.León, música.heineken.es)