Hace unas semanas tocaron en Madrid. Congregaron a 4.000 personas. El sábado, su actuación será en La Calleja la Ciega y si llegan al centenar, los organizadores se dan por satisfechos. Es lo que tiene tocar en ciudades pequeñas con una incipiente escena musical, aunque a los chicos de Arizona Baby les da lo mismo. A pesar de que las críticas dicen que «lo hacen mucho más que bien», ellos -cuentan- son «unos escépticos» que siempre se lo han trabajado sin quejas. No siempre pasa lo mismo.
-Son de Valladolid. ¿Cómo es el ambiente musical de la ciudad?
-Siempre hubo buen ambiente musical. Lo que pasa es que no se conoce mucho fuera del ámbito local. Desde los 15 años llevamos tocando en varias bandas al mismo tiempo, hemos currado y no nos hemos quedado en el local quejándonos de que el Ayuntamiento no ayuda a los grupos y el público no va a los conciertos. Movimos el culo para tocar, tocar y tocar.
-En Oviedo también pasa. Hay conciertos con poco público, puede que ocurra en el suyo...
-Ocurre en todas partes y la tendencia va a más. La gente se queda en los locales lloriqueando y esperando a que alguien vaya a sacarles las castañas del fuego. Hay que salir a tocar, nosotros vamos a seguir haciendo música sí o sí . No nos importa que vaya poca gente. En ese sentido, Arizona Baby es atípico. No nos parecemos ni en el sonido ni en la filosofía a otros grupos.
-¿Cual es esa filosofía?
-No creo que se nos pueda meter el saco de una escena concreta. Hemos ido por libre y no nos fiamos de los estereotipos. Vengan 30, 300 o 3.000 personas vamos a hacer un buen concierto y a enseñar de qué va nuestra historia.
-¿Cual es esa filosofía?
-Somos un grupo de rock independiente, estamos en un compañía independiente y desde el principio nos autogestionamos todo. Lo que pasa es que si nos buscas en 'Spotify' aparecen como artistas relacionados La Casa Azul, La Habitación Roja o Los Planetas, y despista, porque sonamos más The Doors o Johnny Cash. O a Pony Bavo o Los Coronas, de España. Son bandas que tienen su personalidad, con música de calidad y pasando de las modas. Es lo que intentamos.
-Pero, aunque no les guste les asocian con el 'indie', ¿cómo definiría esta escena?
-Nadie sabe lo que es. El 'indie' es una cosa ambigua. Viene de independiente y el rock independiente lleva funcionando desde que la música es música. Ahora se ha empezado a usar como término musical, como algo que es pop o música más experimental o mezcla de melodías y experimentación. No lo sé. Nosotros hacemos lo que nos sale de forma natural, sin etiquetas.
-No obstante, los mismos que les ponen esas etiquetas también les han encumbrado con muy buenas críticas...
-Las buenas críticas las tomamos con agrado y te animan a seguir, pero siempre hay críticas que te tomas más en serio que otras independientemente de que sean buenas o malas. O una buena crítica mal enfocada o una palmadita en la espalda innecesaria no nos hacen falta. Somos escépticos y seguiremos haciendo lo nuestro.
-Y no les va mal, cinco años y dos discos. ¿Cómo ha sido la evolución de su trabajo?
-El formato sigue siendo el mismo, la instrumentación es la misma. A lo mejor algunos arreglos van más en concordancia con el tema de las canciones. El primer disco, 'Sones to sing alone', es más de amor y desamor, más inocente y espontáneo. El nuevo, 'Second to one', es más irónico, oscuro y cinematográfico. De todas formas, en los conciertos cambiamos las canciones, las mezclamos con versiones, las enlazamos... Así los temas respiran.
(Idoya Rey, elcomerciodigital.com)