martes, 16 de marzo de 2010

Arizona Baby en Malandar (bis)

Los forajidos de Arizona Baby se pasearon la noche del viernes 5 de Marzo por el escenario de la Sala Malandar como Billy ‘el Niño’ por ‘La Casa de la Pradera’. A tiro limpio. No mascan tabaco, ni tienen un rancho en Tucson, ni dormitan en el porche con un rifle Winchester entre las manos. Pero lo parece.

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Vienen de Valladolid, y son los pioneros de un sonido nuevo, un rock acústico destroza guitarras (rompieron tres cuerdas durante el concierto) que está haciendo legión de seguidores. No predican en el desierto, sus conciertos están siendo un éxito y están dejando con la boca abierta a los conversos del folk. Las raices americanas son evidentes pero Arizona Baby es mucho más.

Hablamos con Chema Rey minutos antes del concierto. El mítico locutor de ‘Bulevar’ de Radio 3 los acompaña como ‘Chema Rey DJ’ en algunos conciertos de su gira. Nos cuenta que los vio por primera vez en Salamanca y quedó impactado. “Llegaba virgen, no había escuchado nada de ellos y cuando sonaron sentí que era lo más original que había escuchado en años”. Lamenta no haber tenido ocasión de ponerlos en su ‘Bulevar’, pero a cambio les ayudó a encontrar discográfica (’Second To None’ está publicado con Subterfuge Records) y consiguió que su disco sonara con más fuerza en la radio. “Su música es retro y moderna a la vez. Y además está su imagen, que es bestial”. Remata dejando claro que Arizona Baby no pertenece a ninguna moda pasajera. “Ahora están apareciendo grupos como ‘Fleet Foxes’ o ‘Two Gallants’ pero ellos estaban en esto mucho antes”. El concierto está a punto de comenzar y Chema le echa la verja a la entrevista.

Arizona Baby sobre el escenario. La imagen es poderosa. Todos los instrumentos tienen un barniz negro. Javier Vielba, el líder y vocalista de la banda, luce una espesa barba y tiene un aire a Devendra Banhart. Lleva una camiseta con el rostro sudoroso de Johnny Cash en la portada de ‘At Folsom Prison’. La percusión es ecléctica, Marcos, el baterista, se sienta sobre un cajón. Ruben Marrón se acomoda a la derecha de la escena con su acústica.

Empiezan con un instrumental que genera la atmósfera adecuada; estamos en el ‘Valle De La Muerte’ en treinta segundos. El sonido de las escobillas nos sugiere el malicioso consejo de una serpiente de cascabel. Con ‘The Truth’ nos sacan del asombro inicial y nos contagian con una percusión infecciosa. Una de las cuerdas de la guitarra de Javier salta por los aires. “¡Esto es porque tocamos con ganas! No os fiéis de los grupos que no rompan cuerdas”. Siguen con ‘Ouch!’, elegía al revés cotidiano, al rastrillo que pisas sin querer y te da en los morros, al ciervo que atropellas camino a casa. Rubén es un virtuoso de la guitarra. Con la acústica le saca aires de Jerez de la Frontera a un ritmo del Delta del Mississippi. Es todo un espectáculo.

Continúan los ritmos fronterizos con ‘A Tale Of The West’. Una fuga improvisada por carreteras secundarias, evitando las autopistas. Hay muchas autopistas sin retorno y todas llegan a Mexico. Rescatan el tema ‘Everything’ de su primer trabajo. Debió de ser por entonces cuando tomaron el desvío equivocado que les iba a acabar conduciendo al lugar correcto.

La voz de Javier golpea fuerte pero es cálida, ‘Ballad Of A.’ y ‘Runaway’ son un ejemplo. Las guitarras suenan con crudeza, pero desprenden una energía singular; ‘X’ed Out’. Hay tierras inhóspitas donde Dios es un autoestopista más. Hacen una versión ‘arizoneada’ de ‘Sandman’ del grupo America, que ya forma parte de su repertorio habitual. Con ‘Dirge’ todo el mundo a patear el suelo y a bailar en el granero. En ‘Shiralee’ Javier enturbia su voz de resentimiento para contar un amor que jura venganza. El vocalista aporta una gran variedad de registros en sus temas, pero sobre todo tiene una gran personalidad sobre el escenario, y tras ese look propio de ‘La Familia’ se esconde un tipo bonachón que te hace sonreír en cada pausa entre canción y canción. Pero se pone serio para hacer la versión ‘estilo Arizona’ de ‘Folsom Prison Blues’ de Johnny Cash. El pie apoyado sobre un taburete y el gesto adusto propio de ‘The Man In Black’. Otra cuerda se deshace entre sus manos.

Enfilan la recta final del concierto con homenaje como epílogo de canción a Van Morrison y su ‘Gloria’. El público está en éxtasis. Vuelven a pegar con ‘Muddy River’. Sí, esto es el Sur y es el Oeste, y en sus historias hay villanos y perdedores que buscan su redención en las puertas del desierto, pero incluso con esos claroscuros esta música está llena de vitalidad. Rematan los bises con ‘Lucille’ de Little Richard. Es un momento de euforia, Javier se deja la garganta con el nombre de esa chica rebelde que huye para casarse con otro.

Si siguen por este camino acabarán con su nombre en un cartel de ‘Wanted: Dead Or Alive’. No todo está perdido. California no queda tan lejos. Arizona Baby ya son leyenda.

(Crónica: Diego Vicente, Fotos: Thomas Esposito, revistawego.es)