jueves, 25 de marzo de 2010

La calidez del desierto


Unos reveladores Arizona Baby combustionaron la fría sombra de Clem Snide
Para sorpresa y consuelo de los allí presentes, sobretodo para los que nos sentimos irrefrenablemente seducidos por la banda de rock de raíces y country alternativo, aparecieron tres tipos barbudos, de espesa melena y apariencia enredada entre el neo-hipismo y el más puro estilo del lejano oeste, preparados para levantar el ánimo del personal. Enfundados en sus escuetos tres instrumentos; dos guitarras acústicas a manos del predicador Javi Vielva y el virtuoso Rubén Marrón, y Marcos Úbeda a la percusión, los vallisoletanos arrancaron aplausos e inundaron la sala del buen rollo que les caracteriza.

Hicieron un recorrido por su segundo y último disco, Second to None (Subterfuge, 2009) haciéndonos vibrar con temazos como ‘The Truth’, ‘Dirge’, ‘Muddy River’ o los más pegadizos ‘Shiralee’ y ‘A tale of the west’. Tampoco faltaron ‘Getaway’, ‘Runaway’ y ‘Ouch!’, melodías reposadas pero de igual crudeza que sus compañeras. Exhibición cercana, amena y ornamentada, para consagración de los susodichos, por los intimistas y arrebatadores solos de guitarra del Sr.Marrón y una ingeniosa y fluctuosa percusión. No faltaron tampoco varias roturas de cuerda de la guitarra de Javi, ante lo cual respondió con un tajante y convincente ‘nunca os fiéis de un grupo que no rompe cuerdas, eso es que no le echan ganas’. Simpáticos, peleones y algo quemados por los constantes fallos técnicos que afectaron a las pantallas, prosiguieron la velada far west rescatando temas de su primer disco, Songs to sing alone (Subterfuge, 2005). Así pudimos escuchar ‘Everything’ o ‘Sing along’, y una grata versión del tema Sandman, compuesta por América en 1972, antes del primer aviso de que, o terminaban la velada, o el local cerraba sus puertas con todos los allí presentes dentro. Las prisas y el sonido jugaban en contra, pero el genio inquieto de los Arizona invocó a los santos del santoral, se saltó el riguroso retorno al escenario y los tres protagonistas nos deleitaron con otra versión, Lucille, de Litte Richard. Magnífico final, quizá algo empañado por causas ajenas a los músicos, pero igualmente revelador.

(alterna2.com)