El inicio del concierto de Arizona Baby en La Sala Malandar de Sevilla se hizo de rogar como sólo ocurre con los grandes grupos, y mereció la pena. Mientras el local se iba llenando hasta los topes nosotros íbamos calentando motores cerveza en mano, hablando de Johnny Cash y Bob Dylan, dejándonos llevar por los grandes del country y el folk. Por fin, la figura de Rubén (guitarrista), en silencio, hacía aparición. Casi sin darnos cuenta, le siguieron Marcos (percusión y coros) y el genuino Javi (vocal). Y a la voz de “estamos en almíbar…” viajamos atrás en el tiempo, a golpe de bordón y caja.
Para quien no haya escuchado a Arizona Baby, aunque no me guste hacer comparaciones, sólo podría hacerse una idea de qué tipo de música hacen si mezcla en una coctelera a Johnny Cash, Calexico, The Eagles y los indomables The Doors, todo aderezado con un buen chorreón de whisky. No en vano sales de un concierto suyo esperando ver un grupo de caballos a la puerta del local o encontrarte frente a frente con un duelo a muerte en el Ok Corral.
El acústico de Arizona es digno de escuchar y de ver. Las cuerdas rotas volaban por encima de nuestras cabezas, al tiempo que Rubén, Marcos y Javi hacían las delicias del personal tocando temas como X’ed out, el eagle-izado A tale of the west, o los esperados Sandman y Shiralee. “Nunca te fíes de un artista que no rompe alguna cuerda en sus conciertos”. Creedme. Ellos son dignos de toda confianza.
En uno de las… ¿desafortunadas? roturas de cuerda, Javi aprovechó para tocar con Marcos el increíble tema "Folsom Prison Blues" de Johnny Cash, a quien blandía en el pecho en forma de camiseta. Además, entre otra de las muchas joyas que dejaron en el concierto, se encontraba un tema de su primer disco, Songs to Sing Along, del que sólo vendiéndolo en sus primeros conciertos llegaron a las 2000 copias, y que confiaban (así aseguró Javi) poder reeditar pronto, ya que le tenían mucho cariño.
Es complicado para un grupo con un sólo álbum en el mercado hacer un concierto tan completo y que deje tan buen sabor de boca. Pero ellos lo consiguieron, cerrando el concierto de forma magistral con una arizoneada Lucille, haciendo vibrar al público. Nadie quería que acabara, nadie quería dejar la taberna “El bebé de Arizona” para volver a la Malandar. Pero la sala tiene sus horarios. Les esperaremos con los brazos abiertos en el próximo.
(nconcierto.es)